INTENTOS DE AMPLIFICAR EL SONIDO
La búsqueda del volumen se intensificó durante los 1920 con la llegada de la música de las big bands y la radio comercial y del auge de la industria de grabación. Hacia el final de la década, la era de la big band estaba en plena actividad, pero la guitarra pertenecía a la sección del ritmo y no podría ser oída en clubes, bares, o en repletos y ruidosos salones de baile. Desde que las grabaciones se hacían directamente a discos de fonógrafo, utilizando un cuerno acústico de grabación o un único micrófono eléctrico para toda la banda, no había manera de aumentar el sonido de guitarra en el estudio.
Alrededor de 1925 el fabricante de banjos y guitarras John Dopyera propuso una alternativia distinta de la electrificación. Tomando prestada la idea del banjo, diseñó una guitarra con cuerpo de metal y le puso en la tapa unos conos resonadores. Al contrario que las más primitivas guitarras acústicas, el sonido era creado por las vibraciones de los conos del resonador, no en el cuerpo. Las guitarras resonadoras producían un tono fuerte y estridente que se hizo popular gracias a algunos guitarristas de blues, pero era inapropiado para muchos otros tipos de música.
Otra solución fue la de utilizar cuerdas de acero en vez de las tradicionales de tripa. La guitarra se tuvo que alterar para resistir estructuralmente la tensión aumentada de las cuerdas de metal, y en muchos casos esto significó hacer cuerpos más grande con más refuerzos internos y mástiles más fuertes. C. F. Martin llegó a ser conocida en la década de los 30 por su Dreadnought, una guitarra acústica de tapa plana (flat-top) grande de cuerdas de acero que fue muy imitada por otros fabricantes, incluso por Gibson.
Los apaños mecánicos como la creación de la guitarra resonadora o el uso de cuerdas de acero ayudaron, pero sólo hasta cierto punto. Así que los guitarristas comenzaron a buscar las posibilidades que ofrecía el nuevo campo de la amplificación electrónica, que se había hecho posible por los recientes avances en válvulas electrónicas. La válvula se utilizaba sobre todo para las radios y fue desarrollada en la industria tecnológica militar. Poner simplemente un micrófono delante de la guitarra funcionaría para un solo o para un grupo pequeño, y este método es todavía común entre los cantautores. Pero en una banda grande, el micrófono amplificaría el resto de la banda casi tanto como la guitarra. Lo que necesitaban los guitarristas era una manera de separar y aumentar el sonido de la guitarra exclusivamente, de forma aislada con respecto al resto de la banda.
LLOYD LOAR Y LA PASTILLA ELECTROMAGNÉTICA
Los fabricantes de guitarras y los guitarristas empezaron a experimentar con fonocaptores eléctricos, que a partir de ahora llamaremos “pastillas”. En guitarras eléctricas actuales, una pastilla típica consiste en una barra de imán al que se enrolla un hilo de cobre creando una bobina. Las terminaciones del hilo son conectadas a un cable y este a un amplificador. Cuando una cuerda de metal vibra junto a la pastilla, perturba el campo magnetico de la bobina de la pastilla y esta responde por analogia generando una corriente electrica cuya onda coincide con la longitud y amplitud de onda de la vibracion de la cuerda. La longitud y la amplitud de onda determina que nota suena si es un La o un Do, etc.
Esa señal es aumentada por el amplificador y entonces pasa al altavoz que al vibrar es el encargado de crear ondas sonoras.
En vez de un solo imán grande, una pastilla puede contener una serie de imanes, a veces uno para cada cuerda, pero generalmente con una única bobina de cobre.
Las primeros pastillas de guitarra eran mucho menos refinadas. Un ingeniero de Gibson llamado Lloyd Loar, que también era músico, y cuya formidable influencia para el desarrollo de la guitarra nunca ha sido suficientemente ponderada, desarrolló una pastilla ya en 1923, pero la fábrica Gibson, que ya no contaba con Orville, no estaba interesada en producir instrumentos eléctricos, así que nunca introdujo la invención de Loar en el mercado. Lo cierto es que incluso si la hubiera introducido, la tecnología necesaria para amplificar la señal y reproducirla a través altavoces estaba todavía lejos de ser comercial.
La pastilla de Loar no era electromagnética en el sentido moderno. En vez de eso, utilizaba las vibraciones físicas de instrumento, tal como eran transmitidas a través del puente, para hacer vibrar un diafragma estirado sobre la pastilla, creando así una señal eléctrica. La primera guitarra eléctrica comercialmente anunciada, ofrecida por la compañía de Stromberg-Voisinet de Chicago en 1929, utilizó una pastilla semejante conectada a la caja de resonancia. Ambos sistemas tuvieron problemas para crear una señal suficientemente fuerte. Despedido por desavenencias con la empresa (a pesar de haber dado a Gibson algunas de sus más importantes innovaciones), en 1933 Loar empezó a comercializar guitarras eléctricas, mandolinas, y teclados bajo la marca Vivi-Tone, pero encontraron a pocos compradores y Loar volvió a dedicarse a la música.
Volviendo a las pastillas, cualquier estudio medianamente serio sobre ellas justificaría una auténtica enciclopedia. Permítasenos decir aquí que con el tiempo se han desarrollado principalmente 2 tipos de pastillas magnéticas: Las de bobinado simple, típicas de los diseños originales de guitarras como la stratocaster y la telecaster; y las de doble bobinado, llamadas en inglés “humbuckers” (literalmente “eliminadoras de hum”, zumbido en inglés). Hay otros tipos de pastillas, sobre los que no nos extendemos para no ocupar un lugar y un tiempo que aquí no nos sobra.
RICKENBACKER: LA SARTÉN
Tratar de nombrar un solo inventor como el primero que construyó una guitarra eléctrica moderna sería inútil, lo que sí podemos decir es que el mérito de haber convertido la tecnología viable comercialmente es de la Corporación Internacional Rickenbacker (originalmente Ro-Pat-In Corporation y después Electro String Instrument Corporation). La compañía había sido fundada por George Beauchamp y Adolph Rickenbacker, un primo lejano del as de la aviación militar de la primera Guerra mundial Eddie Rickenbacker). El nombre de Adolph era originalmente Rickenbacher, nombre que se utilizó en las primeras guitarras de la compañía.
Pastilla de herradura (“Sartén” de Rickenbacker) |
A finales de 1931 Beauchamp construyó una pastilla electromagnética colocando un par de imanes con forma ovalada, que envolvían las cuerdas, como si fuera una herradura. La bobina se colocó dentro del óvalo también, debajo de las cuerdas. Al no depender del contacto físico con el cuerpo vibrante de guitarra, esta pastilla tenía un sonido mucho más limpio y una señal más fuerte que los modelos anteriores.
La pastilla de herradura se introdujo en el mercado en una guitarra hueca tipo lapsteel apodada la Sartén porque la zona donde se toca consistía en un disco redondo y pequeño. La “Sartén” (denominada oficialmente “Electro Hawaiian”) era la primera guitarra eléctrica comercialmente exitosa.
Las primeras versiones de guitarra eléctrica comercializadas eran hawaianas, o steels. La guitarra hawaiana de regazo (lapsteel), introducida en los EEUU alrededor de 1900, se distingue de la guitarra española estándar en que se toca horizontalmente, en un soporte, o en el regazo de intérprete, y cuenta con una barrita de acero que se desliza por el diapasón creando un efecto de glisando. La facilidad de aprendizaje de la guitarra hawaiana la hizo popular entre usuarios y profesores. Su efecto de “deslizar” el sonido entre notas fue muy aceptado entre músicos de country y blues y por supuesto, hawaianos, que empezaron a usar estas “guitarras”. La guitarra hawaiana tuvo su auge especialmente en la música norteamericana en los 1920 y la década de los 30.
Beauchamp patentó su primera aplicación de la Sartén en 1932, poco antes de empezar la producción comercial. Una segunda patente se presentó con una aplicación muy revisada en 1934, pero tuvo problemas. Aunque la Sartén ya estuviera en el mercado, dos inspectores de patentes preguntaron si el instrumento servía realmente par algo. Para demostrar que sí, Rickenbacker mandó a varios guitarristas, inclusive el astro de música hawaiana muy conocido Hoopii, para realizar lo que hoy llamaríamos un “clinic” para los inspectores en la oficina de patentes en Washington, D.C. La patente finalmente se otorgó en 1937. Pero para entonces, otros inventores habían desarrollado y habían vendido sus propias guitarras eléctricas.
GIBSON: LA ES-150 (1.936)
La Gibson ES-150 (E = Eléctrica y S = Spanish), introducida en 1936, fue la primera guitarra eléctrica estilo “española” en lograr éxito comercial, con la mayor parte de sus ventas dirigidas a músicos profesionales. Su pastilla parecía mucho más elegante que la versión voluminosa de la herradura de Rickenbacker. En vez de envolverse alrededor de las cuerdas, esta pastilla de barra tenía dos imanes largos montados debajo de la cara de guitarra, saliendo sólo una bobina pequeña de metal visible bajo las cuerdas.
A finales de la década de los 30, la amplificación electrónica se estableció firmemente como la mejor manera de hacer una guitarra más potente, a pesar de algunas aprensiones y cautelas entre los músicos más conservadores y tradicionales. Los detractores se quejaban de que no producían un tono puro o auténtico, y realmente tenían razón: Evitar la resonancia creada por el cuerpo hueco significaba alterar el timbre tradicional del instrumento. Pero los músicos defendían el sonido eléctrico más potente, que permitía a la guitarra competir con otros instrumentos en actuaciones de grupo, estaban defendiendo su trabajo a costa de mantener las cualidades de la guitarra. En vez de tratar de replicar el calor y el brillo de una guitarra acústica, los músicos y los ingenieros anduvieron trasteando sus equipos y acabaron creando un tipo completamente nuevo de sonido.
El músico del jazz Charlie Christian es conocido generalmente por introducir el solo eléctrico de guitarra. En 1939 se unió a la banda de Benny Goodman y empezó a ponerse al frente de la banda y a realizar pasajes largos y complicados que imitaron el estilo de los instrumentos de viento.
Él explicaba, «los guitarristas tenían necesidad de un “héroe”, alguien que explique al mundo que un guitarrista es algo más que un robot que usa un artilugio para conseguir que funcione la sección de ritmo». Por eso, el papel de Christian no sólo ayudó a popularizar la guitarra eléctrica entre músicos y el público, sino que fijó el papel que la guitarra tiene en la actualidad. La guitarra ya no es un instrumento más de la orquesta, sino que es un instrumento típicamente “solista”.
La asociación de Christian con la Gibson E-150, llevó a su pastilla a ser apodada la “pastilla Charlie Christian”, y ese modelo de guitarra, aunque con sus lógicas limitaciones, sigue siendo usado hoy día, con el nombre de este músico.
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