La bandurria barroca
La palabra bandurria, referida a un instrumento musical, aparece en la literatura española desde la Edad Media. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, en el Libro de Buen Amor en el capítulo “De cómo clérigos e legos, e flayres e monjas, e dueñas, e joglares salieron a reçebir a don Amor”, escribe:
Más adelante, en el capítulo “En cuáles instrumentos non convienen los cantares de arábigo”, dice:
Además de estas dos menciones, también aparece nuestro instrumento en Fernán Ruiz de Sevilla y en el “inventario de bienes y alhajas” de Felipe II (1602), donde se relaciona “una bandurria de cuatro órdenes, la tapa de enebro y barriga de concha natural de tortuga”, así como “otra bandurrilla de cuatro órdenes, de boj, con un rostro de mujer por remate”. Aparte de estas menciones, el tratado más importante que dedica atención a la bandurria es la Declaración de instrumentos (1555) de fray Juan Bermudo. Se trata de los capítulos LVIII y LIX, titulados, respectivamente, “De la bandurria común” y “De unas bandurrias nuevas”. Poco más sabemos sobre la bandurria antes del Barroco. Es muy probable que algunos de los numerosos instrumentos que aparecen en las Cantigas de Alfonso X y otras iconografías medievales y renacentistas, correspondan a la bandurria, pero hoy por hoy no podemos saber cuáles son.
Sin embargo, en el Barroco sí que tenemos una idea más clara de lo que es la bandurria, ya que conservamos instrumentos originales de finales de ese período. Tal es el caso del instrumento que está en posesión del luthier Ángel Benito Aguado y que posiblemente sea la más antigua bandurria que se conserve. Tuve ocasión de verla y de tenerla en mis manos en el taller de Ángel, al abrigo de cuya generosa hospitalidad pasé momentos muy agradables conversando sobre música y lutería. Otro instrumento original es el que se conserva en la Ciudad de la Música de París.
Por último, otro instrumento es el que se encuentra en manos de José Antonio Vallejo y que se muestra en la siguiente foto.
Estos tres ejemplares de mediados del XVIII tienen características similares: tamaño pequeño, fondo plano, caja en forma de pera, puente pegado a la tapa, clavijero plano, bigotes alrededor del puente y un detalle característico sobre el que quisiera llamar la atención, ya que sólo aparece en estos instrumentos. Me refiero a los dos pequeños hombros que, formando un ángulo recto, se encuentran a cada lado del mástil. No cabe ninguna duda de que estos instrumentos son bandurrias, ya que su forma (incluyendo los característicos pequeños hombros ) coincide con la del grabado que aparece en el libro de Pablo Miguet e Yrol titulado Reglas, y advertencias generales que enseñan el modo de tañer todos los instrumentos mejores, y mas usuales, como son: la guitarra, tiple, vandola, cytara, clavicordio, órgano, harpa, psalterio, bandurria, violín, flauta travesera, flauta dulce, y la flautilla (1754). En este libro se encuentra el método de bandurria más antiguo que conocemos. En el detalle del grabado, que se puede ver en la siguiente imagen, se aprecia incluso la existencia de un rosetón, elemento éste que solo aparece en la bandurria de París.
Las dimensiones de la bandurria barroca
La bandurria es un instrumento pequeño. Las bandurrias barrocas originales de Ángel Benito y París tienen dimensiones similares, siendo la de París algo más pequeña de cuerpo. El tiro (longitud de cuerda vibrante) está alrededor de los 30 centímetros. El ancho de la caja es de unos 20 centímetros. Los aros son más anchos en la zona de la culata que en el tacón. Este efecto es más pronunciado en la bandurria de París y hace que la tapa y el fondo no sean paralelos y formen un pequeño ángulo. Otra peculiaridad de las dos bandurrias consiste en que el fondo es algo más pequeño que la tapa en la zona del tacón, lo que hace que los aros tampoco estén paralelos entre sí. Los dos instrumentos presentan los dos pequeños hombros que he comentado anteriormente. Los clavijeros no tienen una silueta recta (salvo en la parte superior), sino pequeños salientes y entrantes que lo adornan. Esto ocurre también en las guitarras barrocas. Finalmente, la bandurria de Ángel Benito no tiene rosetón en la boca (quizás lo haya perdido), mientras que la de París sí.
Para terminar este apartado, destacaré que Pablo Minguet afirma en su libro que hay bandurrias más grandes y más pequeñas, de modo que puede deducirse que el instrumento, aunque siempre pequeño en relación a la guitarra, no tenía un tamaño fijo.
Número de cuerdas de la bandurria
La bandurria barroca tiene varios órdenes de cuerdas (cuerdas dobles) que han ido evolucionando con el paso del tiempo. Fray Juan Bermudo, en su Declaración de instrumentos, describe la bandurria como un instrumento de tres cuerdas, pero también refiere que se le pueden poner a la bandurria cuatro cuerdas y que las ha visto de cinco: “De Indias han traido bandurria con cinco cuerdas…”. Ya en el Barroco, las bandurrias del “inventario de bienes y alhajas” de Felipe II de 1602 y la que presumiblemente tocó Góngora tienen cuatro cuerdas, seguramente dobles. Posteriormente, la del libro de Pablo Minguet se monta con cinco órdenes. Las dos bandurrias conservadas de Ángel Benito y la de París, tienen actualmente seis. Sobre la construida por Francisco Sanguino, que tiene ahora doce clavijas, José Antonio Vallejo afirma en su página que originalmente tendría dos órdenes triples y tres dobles, es decir, un total de cinco, dos de ellos con triples cuerdas. El instrumento ya romántico de Manuel Bertrán (vid infra) tiene seis órdenes. Como conclusión, se puede deducir que la bandurria ha ido aumentando su número de órdenes, desde tres (posiblemente simples) a finales de la Edad Media y en el Renacimiento hasta cinco o seis a finales del Barroco, número este último con que ha llegado a nuestros días.
Afinación de la bandurria
De acuerdo con la Declaración de Instrumentos de Fray Juan Bermudo, la bandurria empezó afinándose por quintas. En el capítulo LXVIII, titulado “De la bandurria común”, se dice: “Está una cuerda de otra por distancia de una quinta perfecta, según el temple de algunos tañedores. De forma que la bandurria en vacío tiene una novena”. Sin embargo, parece que hubo un cambio en la afinación de la bandurria, ya que en el capítulo LXIX, titulado “De unas bandurrias nuevas”, Bermudo escribe: “Si estas tres cuerdas que tiene este instrumento las quisieren poner una de otra un diatessaron (una cuarta) a imitación de la vihuela, sería buen temple, por remedar a su origen, que es la vihuela. La distancia de este temple sería una séptima en vacío”. Esta afinación por cuartas es la que indica Pablo Minguet en su libro, de modo que la afinación por cuartas se ha mantenido hasta la actualidad. De hecho, una peculiaridad de la bandurria es esta afinación que la distingue de la guitarra, instrumento afinado por cuartas y una tercera.
En cuanto a la tesitura, Pablo Minguet, en una regla titulada “Del modo de acompañar con la guitarra al violín, y la bandurria”, indica que hay que igualar los tres instrumentos de la siguiente forma: “La prima de la guitarra con la prima del violín, y con la segunda de la bandurria”. Esto quiere decir que, como las primas de guitarra y violín están afinadas en mi, igual que la segunda de la bandurria, la prima de este instrumento estaría afinada en la. Esto se evidencia también en el Fandango para bandurria de Minguet, ya que encima de la tablatura está la partitura con la música. La primera nota del Fandango es un la en la, que la tablatura hace sonar con la prima al aire.
Sin embargo, la obra de Minguet no nos da el único indicio que tenemos sobre la tesitura de nuestro instrumento. De la tonalidad de de las partituras de Góngora (se pueden ver más adelante) se deduce que la bandurria tendría la prima en re, a diferencia del instrumento decimonónico de Manuel Bertrán (ver más adelante) que la tenía en sol.
La música para bandurria barroca
Desgraciadamente, conservamos muy pocas partituras para bandurria barroca. Si lo comparamos con el de la guitarra barroca o el de la vihuela renacentista, el repertorio conservado para bandurria es muy reducido. Básicamente contamos con dos documentos: el libro de Pablo Minguet (1754), que contiene un fandango, y las obras que se encontraron dentro de una de las transcripciones de la obra poética de Luís de Góngora y Argote (1561-1627), que se encuentra en la Biblioteca Nacional (manuscrito 4118) (en la Fundación Calouste Gulbenkian (Lisboa) se conserva un códice de principios del S. XVIII de música para “bandurra”). Estas últimas obras se pueden escuchar en la última producción discográfica de CINCO SIGLOS (Sones de Palacio, bailes de comedias). Sabemos con certeza, por las referencias que aparecen en su obra, que el poeta cordobés tañia bandurria. Baste como muestra los siguientes bellos versos:
http://www.cincosiglos.es/instrumentos/cuerda-pulsada/65-bandurria-barroca