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La guitarra acústica y el proceso de grabación

GUITARRAS ACÚSTICAS.

Todo en las guitarras acústicas es una historia distinta. Mientras que el sonido de la eléctrica depende de múltiples factores (ampli, efectos, etc.), el sonido de la guitarra acústica está siempre muy determinado por la propia guitarra. Más que nunca, la calidad del sonido que obtengas estará en función de la calidad que posea la guitarra que estés grabando.

Resulta más fácil obtener un sonido en condiciones de una mala eléctrica que de una mala guitarra acústica. El carácter de una acústica es mucho más suave y menos enérgico que el de una eléctrica amplificada, y eso presenta varios problemas cuando pretendes combinar su sonido en una mezcla muy concurrida. Está limitado en medios y agudos, y las notas más graves pueden acabar por afectar a otros instrumentos, al tiempo que empantanan la mezcla. Es más sencillo trabajar con una acústica en una pista con mucho espacio libre y, claro está, lo mejor es que no haya más instrumentos para dar lo mejor de sí. Es el caso más conocido, sobre todo por la moda folk de finales de los 60’s y principios de los años 70.

Si vas a comprar una guitarra acústica lo mejor es que sea de segunda mano, porque según maduran adquieren un sonido más rico y resonante. El cambio más apreciable se nota a partir del tercer año, pero aún mejoran durante 20 ó 30 años más hasta que la guitarra alcanza su apogeo. Después, a diferencia de los violines, empiezan a perder calidad.

Los sonidos de guitarra acústica parecen seguir modas. En los años 70 se llevaba el sonido grueso y cálido de los modelos jumbo de Gibson y Martin, sobre todo en EE.UU. con gente como Neil Young y James Taylor. Más tarde, Inglaterra estandarizó guitarras de cuerpo más pequeño (de Gibson y otros) y un sonido bastante más duro en manos de John Lennon y otros. En los 80 era más difícil encontrarse con una acústica, pero su manejo siempre se garantizaba un sonido fino y metálico, procedente de las cuerdas y con muy poco cuerpo, como los modelos de Ovation. Completado el ciclo, vuelve a estar de actualidad el grueso sonido jumbo.

EL MODELO.

Básicamente disponemos de cuatro modelos de guitarra acústica:

GUITARRA ACÚSTICA DE SEIS CUERDAS.

La guitarra acústica más empleada en la música moderna es la de cuerdas de acero: la más brillante, potente y dura de todas. Las versiones actuales están inspiradas en las guitarras de los bluesmen del sur de los EE.UU. y en las guitarras clásicas con cuerdas de tripa de principios del siglo XX. Gibson y Martin fueron dos de los primeros fabricantes de guitarras con cuerdas metálicas, y hoy siguen siendo dos de las marcas más conocidas y respetadas.

Estas guitarras abanderaron el boom folk de los años 60 junto a otras firmas como Guild, a las que sucedieron diseños más modernos con cuerpo de fibra de vidrio, como las Ovation. Las mejores guitarras siempre han sido norteamericanas, pero también resultaban muy caras para muchos músicos. Algunos fabricantes “emigraron” para ofrecer versiones más asequibles, y así Gibson produce la marca Epiphone en Japón y su competencia Martin compró la compañía sueca Levin.

GUITARRA ACÚSTICA DE DOCE CUERDAS.

Las guitarras de seis cuerdas suelen ser las preferidas, pero las de 12 cuerdas también tuvieron su momento. Introducidas en EE.UU. desde Méjico, las primeras datan de los años 20 y las más famosas procedían de Stella, un gran fabricante de guitarras de blues de aquella época que surtió a clientes como Leadbelly y Blind Willie McTell.

En los 70 resucitaron con el sonido de chorus, siendo Guild quien fabricó el modelo más famoso. Estas guitarras son bastante difíciles de fabricar (por las distintas tensiones de las cuerdas), de afinar y de conservar afinadas, pero el esfuerzo merece la pena.

GUITARRA CLÁSICA.

La guitarra clásica se caracteriza por un tono más suave. Las principales responsables de esto son las cuerdas, que al principio estaban hachas de tripa (las agudas) y de seda envuelta en acero (las graves). La afinación y la consistencia de esas cuerdas siempre fue problemática, así que tras la Segunda Guerra Mundial fueron sustituidas por cuerdas de nylon y así han seguido hasta ahora.

Debido a la suavidad de su tono, estas guitarras son ideales para grabar trabajos en solitario o con poca instrumentación. Aportan un sonido muy estilizado a la música popular, y, aparte de obras clásicas o flamencas, han caracterizado temas de Leonard Cohen y otros cantautores, así como algunos guiños “hispánicos” del pop y la música comercial.

GUITARRAS RESONADORAS.

No hay nada más elegante y estilizado que una guitarra resonadora. Inventadas por National y Dobro en los años 20, llevaban un puente metálico que transmitía las vibraciones de las cuerdas a un resonador de aluminio integrado en el cuerpo de la guitarra, el cual podía ser metálico o de madera. Ese diseño pretendía que las guitarras sonaran más fuerte, y su tono zumbón (casi de transistores) tuvo gran éxito. Ese sonido fue adoptado por guitarristas de country, música hawaiana y los mejores bluesmen y mucha gente las ha utilizado para tocar la técnica de slide apoyándolas sobre los muslos. La verdad es que este tipo de guitarras añade mucha originalidad a las pistas.

CUERDAS.

Repito algo que expuse en el capítulo basado en la guitarra eléctrica: Siempre conviene grabar con cuerdas recientes. En este caso voy a ser un poco más flexible: en el caso de la eléctrica es conveniente que sean nuevas, pero en la acústica basta con que sean recientes (sin mucho uso) porque en caso contrario pierden pronto el brillo. Además, las cuerdas nuevas necesitan cierto tiempo para asentarse antes de quedar bien afinadas, así que se recomienda estirarlas a mano (no te pases mucho). Procura que las cuerdas estén bien sujetas en el puente para que nunca queden partes sueltas, pues en caso contrario pueden producir molestos ruidos metálicos e interferencias audibles en los pasajes más tranquilos que pueda contener la canción.

PASTILLAS.

En general, las pastillas de las guitarras acústicas están pensadas para tocar en directo, ya que resulta muy complicado microfonar con éxito una acústica sobre un escenario lleno de instrumentos. Casi todas las pastillas producen un sonido bastante pobre, poco apto para una grabación. Suele ser duro, lleno de medios y plano (bidimensional), aunque si te alcanza el presupuesto puedes adquirir algunas buenas pastillas que te ayudarían a realzar el sonido de guitarra acústica microfonada.

Si tu señal se pierde en la mezcla, podrías añadir una buena porción de la señal de inyección directa (DI), para imprimir más carácter al sonido. Es probable que un artista tan prestigioso como David Bowie utilizase esta técnica en discos como Hunky Dory, donde las acústicas suenan intensas y dominantes. En el caso de que utilices una pastilla y tengas muchas pistas y/o memoria libres, graba su señal por si acaso. Conecta un cable desde el conector jack de la guitarra hasta la caja DI, y a continuación lleva la salida XLR balanceada de la caja DI a tu mesa o previo para de este modo encaminar la señal al grabador.

Otra forma de aportar personalidad a una acústica es combinar su sonido con parte de la señal reamplificada durante la mezcla. Envía la señal de la guitarra acústica por un envío auxiliar de la mesa hacia un amplificador, ajusta el ampli para obtener el sonido deseado y coloca un micro delante del ampli. Mezcla esa canal de retorno con la grabación original.

AFINACIÓN.

Repito también lo dicho en el apartado de las eléctricas: todos los guitarristas tienen afinadores, pero tendrás que animarles a usarlos.

A menos que la guitarra acústica incorpore una pastilla, su afinación será más complicada que en el caso de una eléctrica. Necesitarás un afinador con micro y tendrás que mantenerlo sobre tu pierna mientras afinas la guitarra. Hay un afinador que se pega a la caja del instrumento como si fuera una lapa, te hará el trabajo más fácil y merece la pena comprarlo si te tomas esto en serio.

Ten presente que puedes afinar el instrumento de formas poco ortodoxas como en una guitarra eléctrica. Mucho guitarristas acústicos emplean distintas afinaciones que producen resultados poco habituales. Nick Drake desarrolló fobia a tocar en directo porque tenía que cambiar la afinación cada dos por tres

EL PROCESO DE GRABACIÓN.

MICROFONÍA.

TIPOS DE MICRÓFONOS.

El micrófono ideal para grabar una guitarra acústica no tiene nada que ver con el caso de una eléctrica. Las acústicas tienen muy poco volumen y un tono muy sutil, así que necesitas el mejor micro que puedas permitirte. Se trata de capturar el sonido completo del instrumento, entendido éste como el resultado de los armónicos y el sonido profundo y lleno de la caja. Como mínimo, deberías emplear cualquier modelo de micro con condensador.

Hay referentes, pero tan caros que sólo se encuentran en grandes estudios. Por ejemplo, un Neumann U47 a válvulas (mi preferido) es uno de los micros más caros. Earthworks fabrica un micros cardioide fino y alargado, casi una mezcla entre un instrumento quirúrgico y una linterna, que se ha especializado en grabar guitarras acústicas. Más barato, el AKG 414, es magnífico para capturar los armónicos, pero no consigue recoger toda la profundidad de la imagen. AKG C451 posee un brillo y calidad similares, pero su sonido es aún menos rico.

COLOCACIÓN DE MICROS. COLOCACIÓN A

Cuando escuchas una guitarra acústica en una sala, te haces una idea clara del sonido del instrumento, pero sonará “ambiental” si la escuchas a través del micro situado en la sala. Debes encontrar un punto ideal que capte el mejor equilibrio tonal del instrumento y elimine o compense la influencia del espacio circundante.

Dile al guitarrista que toque mientras tú te vas desplazando y escuchando con atención. Conforme te vayas acercando desde el mástil hasta la boca, y recorriendo el mástil hasta el clavijero, comprobarás que el tono pasa de sonar apagado a resonante hasta acabar muy fino y brillante. En algún punto intermedio encontrarás un equilibrio tonal entre las frecuencias fundamentales y los armónicos. Lo normal es que esté situado cerca de la base del mástil, a 5-10 cm de la boca. Coloca el micro en ese punto y escucha desde la sala de control. Acerca y aleja el micro, ajusta el ambiente contenido en la señal, así como los graves resultantes del efecto de proximidad. Es típico de los micros cardioides: las bajas frecuencias dependen de la cercanía a la fuente sonora. Aprovecha esto elevando el micro, pero atento: un leve desplazamiento puede cambiar sobremanera el equilibrio tonal. No lo olvides.

COLOCACIÓN DE MICROS. COLOCACIÓN B

Otra opción muy empleada en los estudios consiste en usar dos micros separados y ubicados a cada lado del instrumento. Puedes combinar las dos fuentes, una plana y  resonante, y otra fina y brillante, así como distribuirlas en la imagen estéreo para imprimir una mayor amplitud al sonido. Tendrás que trabajar con cuidado si sigues este método ya que podrías cancelar la fase de las frecuencias cuando mezcles las dos señales, lo cual originaría serios problemas en tu pista final.

Para ir todavía más lejos, debes saber que una combinación de las dos técnicas te asegurará los mejores resultados. Coloca un sólo micro en el punto ideal, y aleja un par de micros a cada lado. El primero de los micrófonos aportaría la señal principal (inmediata y bien equilibrada) mientras que la pareja serviría para ensanchar el estéreo y de este modo darle al sonido un poco de profundidad ambiental. En la experimentación siempre se halla algo interesante…….

PREVIOS Y PRE-PROCESADO.

PREVIOS.

Un micro no es nada sin un buen previo a su lado. No tiene sentido gastar mucho dinero en un micrófono si vas a conectarlo a la entrada de un mezclador de 800 euros. La calidad de los resultados dependerá de tu inversión, aunque existe un compromiso intermedio, consistente en utilizar un canal de grabación dedicado que incluya un buen previo, algo de EQ y un cierto grado de control dinámico. Si estás forrado, lo ideal es que adquieras el mejor previo posible y utilices procesadores independientes. Te dirán que olvides los procesadores y te gastes todo el dinero en el previo, pero para transferir un buen sonido de una guitarra acústica a una cinta (o disco duro) suele hacer falta un poco de EQ, así que el canal de grabación es la mejor solución.

ECUALIZACIÓN.

Una óptima colocación del micrófono debería proporcionar el mejor sonido que es capaz de producir la guitarra, pero puedes encontrar limitaciones inherentes al propio instrumento, a los micros o la sala, de modo que hagas lo que hagas con los micros, seguirá sin sonar bien. En tal caso, utiliza un EQ antes de empezar a grabar para que el intérprete pueda escuchar por los cascos una buena mezcla de retorno. Casi todas las guitarras acústicas presentan problemas comunes, como una resonancia de baja frecuencia alrededor de 100Hz que debes atenuar antes de que empape la pista. También suelen requerir algo de brillo y presencia desde 2KHz para abrirse paso a través de una mezcla llena de instrumentos.

COMPRESIÓN.

Algunos se toman la compresión muy a la ligera, acotando el sonido antes de grabarlo para que suene dominante desde el principio. Desde luego, la compresión ayuda a destacar una acústica en la mezcla, pero debes decidir si la aplicas antes o después. Si haces una grabación analógica conviene comprimir un poco antes de grabar para que no aumente el ruido de la cinta, pero recuerda que si aplastas demasiado el sonido no podrás recuperarlo más adelante. En el capítulo 12 dedicado a la dinámica encontrarás un esquema que muestra algunos grados de compresión para los instrumentos más usuales.

REVERB.

Un poco de reverb o un delay mejorará la interpretación del guitarrista, pero no grabes el efecto junto a la señal directa. Utilízalo sólo para monitorizar; si alguna parte lleva delay conviene grabar el efecto en una pista separada.

GRABACIÓN.

MEZCLA DE RETORNO.

Si el sonido está a punto para grabar, controla el nivel de la mezcla de retorno. A priori parece sencillo, pero las fugas por los auriculares son muy peligrosas. Como las guitarras acústicas resultan bastante silenciosas, el micro tendrá un elevado nivel de ganancia, así que multiplicará el nivel del ruido exterior. Ten mucho cuidado con la claqueta del metrónomo (si estás usando uno), sobre todo durante las pausas y los finales., cuando cae el sonido de la guitarra. Podrías subir el nivel de la claqueta sólo mientras grabas o, mejor, programar subidas y silencios en la pista de la claqueta antes de empezar a grabar.

GRABACIÓN ANALÓGICA.

A menos que seas un purista de perfil casi patológico, la grabación analógica de la guitarra acústica no tiene ninguna ventaja: es incómoda, plana y ruidosa.

GRABACIÓN DIGITAL.

La grabación digital, sobre todo a elevadas frecuencias de muestreo y resoluciones de bit, se inventó para las guitarras acústicas. Resulta muy limpia, silenciosa y fiel (aunque para algunos suene apagada). Y es versátil: puedes cortar y cambiar secciones y arreglos, sustituyendo las tomas malas con bucles de secciones que se hayan tocado y grabado bien.

CONCLUSIÓN.

Afortunadamente, hoy en día existen tantas posibilidades que ya no estamos comprometidos con un sonido hasta el final. Eso puede ser bueno o malo, según se mire. Lo bueno ya lo conoces de sobra. Lo malo es la pérdida del carácter, la energía y los fallos que quedan registrados en el momento de la grabación; ya sabes, me refiero a esos sonidos y ese modo de tocar tan bruscos que el oyente puede percibir enseguida.

El peligro de escuchar la grabación una y otra vez es que tendemos de forma natural a suprimir esos defectos, dejando una pista con un timing, una afinación y una interpretación perfectas, pero anodina y sin personalidad.  Así que, en tu mano queda buscarle el sentimiento necesario para que al menos, el resultado de tu trabajo te deje satisfecho.

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